lunes, 19 de diciembre de 2011


El amor es una cosa divertida. Esperas que sea fácil, esperas que sea un mundo de rosas y risas, momentos perfectos, como los que solo se encuentran en las películas. Esperas que el siempre diga lo correcto, y sepa siempre exactamente como te sentís, o exactamente como reaccionar ante ella. Esperas que el te calme cuando gritas, o que te persiga cuando salgas corriendo. Esperas tanto que te sentís completa y totalmente derrotada cuando algo no sale como habías planeado. Pero esa es la gracia. El amor no es un plan. No tiene un comienzo exacto ni tampoco tiene un final o una línea de meta visible para los que confían plenamente en el. El amor pasa, y es muy complicado. La gente de tu alrededor no puede entender las cosas que haces, o porque luchas tan duro por algo que parece que te causa tanto dolor, porque simplemente, ellos no lo pueden ver. No pueden ver el anillo invisible de locura que te encierra cuando te gusta alguien. A veces en incomodo, doloroso y devastador, pero es simple, no se vive sin el. Lo que nunca se aprende es lo duro que es el amor. Cuanto tenemos que poner de nuestra parte en el. Como no merece la pena hasta que no nos volvemos idiotas por el. Amor no es que el te calme cuando vos gritas. Es el gritando tan alto, tan fuerte, justo atrás de vos, para despertarte, o mantenerte en la tierra. No es que el o ella te traiga flores todos los días, o cosas bonitas que hagan que su relación parezca mas presentable. Es después de una pelea, que agota directamente la vida y los huesos de los dos, y sin embargo el se presenta en tu puerta a la mañana siguiente. No es el diciéndote que es lo correcto, o sabiendo como manejarte. De este modo, tampoco es que ella te acaricie el pelo mientras te diga que todo va a salir bien. Es que ella este ahí, y que admita que esta igual de asustada que vos. Tenes que recordar que en el “amor” no sos el único implicado. Inconcientemente, pusiste tu vida, tu corazón, en las manos de otra persona y dijiste: Aca esta. Hace lo que quieras, Destrozalo en un millón de pedazos, o olvida que alguna vez te lo di, durante todo el tiempo que lo tengas. Verdaderamente hace invisible y borra todas las líneas que no pudimos cruzar. Porque amar no es protegernos de nosotros mismos, sentirnos a salvo, o seguros del futuro. Se trata de mandar lejos la tensión de nuestros cuerpos, pero de la misma forma, tener fuerzas para seguir adelante. Porque todas esas peleas, todas las lagrimas, las dudas… merecen la pena. Y es un inferno mucho mejor que estar al 100% sin alguien que nos haga ver que hay un mundo de diferencia entre sentirse “FELIZ” y sentirse PARTE DE ALGO.

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